La Volvo Ocean Race es una de las regatas más desafiantes del mundo, y tras subirme a bordo de uno de los barcos de la categoría VO65, el «Viva México» justo antes de la salida de esta nueva edición desde Alicante, puedo atestiguar la dureza de esta competición. Vivir y convivir con siete personas en un barco durante meses, mientras se navega alrededor del mundo, es una experiencia única e intensa.
En primer lugar, el espacio es muy reducido en el barco, especialmente cuando se está en plena competición. La tripulación debe compartir un espacio pequeño y ajustado, lo que puede ser difícil de manejar a la hora de convivir. Además, el barco está diseñado para enfrentar las duras condiciones del mar, lo que significa que no hay muchas comodidades a bordo.
Los turnos de sueño son también una de las dificultades de la regata. La tripulación debe estar siempre alerta y dormir en turnos cortos para poder hacer frente a cualquier eventualidad que pueda ocurrir en el mar. La falta de sueño y el estrés añadido por la competición hacen que sea un desafío físico y mental para los regatistas.
La lucha contra la climatología es otra de las dificultades de la regata. Los barcos deben enfrentar vientos fuertes, olas gigantes y tormentas, lo que requiere una gran habilidad y experiencia de la tripulación para maniobrar el barco de forma segura. Además, el hecho de estar en el mar durante meses significa que se está expuesto a los elementos constantemente, lo que puede ser agotador.
La comida deshidratada es otro desafío de la regata. Los regatistas deben alimentarse con comida liofilizada, ya que no hay espacio para alimentos frescos. Esto puede resultar en una dieta monótona y poco apetitosa, lo que añade a las dificultades físicas y mentales de la regata.
Charlando con los tripulantes mientras me enseñan el barco me cuentan entre risas cómo duermen: “Aquí se duerme cuando se puede”, tienes que estar siempre atento a cualquier imprevisto y a cualquier llamada del técnico de a bordo para realizar maniobras rápidamente, así que “dormimos siempre con un ojo abierto”. Me cuentan también cómo uno de ellos salió volando de la cama mientras dormía y apareció a más de seis metros del lugar donde dormía, “casi me mato, fue horrible el golpe”.
Otra cosa que llama mucho la atención es el tema de la higiene personal y el tema del uso del aseo. “Es algo molesto pero te acostumbras”. El WC es realmente pequeño. “Siempre tenemos un cubo listo para lo que pueda pasar” dicen mientras vuelven a sonreír.
Me enseñan cómo es la parte tecnológica del barco (¡una pasada!), los uniformes y la ropa de abrigo, dónde guardan y cómo se despliegan las velas, y cuál es el pequeño espacio destinado para la cocina, otro de los desafíos a los que tienen que hacer frente los regatistas.
Se notan los nervios y la tensión en las caras de los tripulantes mientras dan los últimos retoques a las velas y llenan el barco de utensilios y el material necesario para la travesía. Casi seis meses de aventura, emoción, tristezas y alegrías les esperan hasta llegar a Genova, puerto de llegada de la Volvo Ocean Race.

Fotografía y crónica de Jose Luis Perez

Un comentario en «Nos subimos al Viva México, uno de los barcos de la categoría VO65 de la Volvo Ocean Race»

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